miércoles, 24 de diciembre de 2008

Un nazareno en Belén

Escrito por Juan Pedro Recio
martes, 16 de diciembre de 2008


Aunque los presagios comerciales de lo festivo se esfuercen en rozar con sus destellos el rostro fino de la Virgen del Amparo; en Sevilla, la Navidad abre sus puertas en azul celeste a los pies de la Inmaculada, al son de guitarras y cantos estudiantiles.

Los dulces tradicionales escapados de las clausuras; los encuentros en familia; la Giralda y la Macarena mirándose en una vieja caja de mantecados “El Mesías”; los ausentes que vuelven por estas fechas y los que ya solo regresan al recuerdo emocionado; la misa del Gallo, los portales de Belén, panderetas, zambombas y botellas de anís que acompañan con su sonido raspado y monocorde los villancicos más populares; las calles del centro llenas de gente; un friso de verdes ramilletes de Esperanza y oro que rodea el corazón expectante de la Ciudad; la carta a los Reyes Magos y la cabalgata de ilusiones que siembra Sevilla de rostros felices, volverán a identificarnos con la festividad religiosa de la Natividad del Hijo de Dios.

En cada Iglesia, en cada convento, en cada casa, se muestra en estos días el Nacimiento del Niño Jesús según Sevilla. Intima priostía de la Navidad. Pastores y ángeles; un rio de papel de plata, corchos y romero; el castillo de Herodes y los Magos; ovejas, serrín, la mula y el buey, flores de pascua... Incluso un nazareno adelantado, dejará a los pies del Niño, su primer caramelo.
En esta Navidad de la crisis, los Magos ya se han acercado a Sevilla, dejando sus sacas llenas de acuerdos, dinero y futuros prometedores a las puertas de Santa Catalina. Quizá sea esta la mejor noticia de nuestra Navidad cofradiera. Una Navidad que se cerrará, como siempre, en San Lorenzo, en una tarde de enero regalada de balones y muñecas, ante un Niño Grande, que alargando su zancada, parece escaparse a la plaza, a jugar con los demás chiquillos del barrio.
A pesar de las voces de la insensibilidad sostenible, que se afanan en proclamar el solsticio de invierno, como sucedáneo laico del Nacimiento de Jesús, nosotros, seguiremos celebrando estas entrañables fiestas como siempre, con la alegría y los buenos deseos que inundan la Navidad.

Felicidades, amigos.

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